Serie: Adaptarse o Desaparecer
Por Jairo Hernán Díaz Arias (JHDA)
Desde una mirada universitaria e incluso de colegio, surgen preguntas que se relacionan con el tema anterior de baja confianza en los sistemas actuales de aprendizaje:
- En contenidos: ¿Qué estamos enseñando?
- En recursos de todo tipo: ¿Cómo lo estamos enseñando?
- En participantes (estudiantes) ¿A quiénes estamos enseñando?
- En disponibilidad: ¿Qué tiempo se dedica a un tema o asunto para aprenderlo?
- Punto crítico del proceso (profesores) ¿Quiénes y cómo están enseñando?
- En la retroalimentación: ¿Cómo estamos evaluando? ¿Cómo verificamos el proceso?
- En contexto: ¿Gobierno y ministerios tienen la culpa de la mala formación académica?
- En el principio: ¿Y la familia hace su labor de formación y educación?
Una a una: aclaremos un poco esas preguntas:
En contenidos: ¿Qué estamos enseñando?
La respuesta debería llevarnos a varios análisis, por ejemplo, si los temas o asignaturas vinculadas a un currículo de una profesión, corresponden a los contenidos y conocimientos que debe tener un estudiante; si esos saberes le serán realmente útiles en el desarrollo de su vida personal y profesional.
Corresponder a los contenidos es preguntarnos si tienen vigencia, el nivel de actualización acorde con las necesidades del presente y del futuro, si vinculan la tecnología reciente; esto evitaría tener graduados con título, pero obsoletos.
Ahora pensemos en la oferta académica de las universidades: programas de pregrado e incluso posgrado que, aunque aparentemente tienen fecha de vencimiento según estudios de Oxford, aún siguen matriculando estudiantes, sin modificar o actualizar sus planes de estudio, sus currículos, profesores, metodología y estrategia.
Estos planes de estudio pierden vigencia rápidamente, los contenidos de una asignatura también, ahora la velocidad del cambio es impresionante, pero se continúa enseñando para el pasado, poco para el presente y ni pensar en el futuro. La información es tan dinámica, que el documento que se suministra hoy en una clase o para una tarea, puede llegar en ciertas áreas del conocimiento a convertirse en obsoleto antes de que termine el mismo semestre.
En recursos de todo tipo: ¿Cómo lo estamos enseñando?
Aquí deberíamos conocer que herramientas, medios, simuladores, laboratorios, biblioteca (Recursos de información impresos y digitales), conectividad, equipos, tecnología, ancho de banda de la red de internet, lugares o espacios, etc. tiene una institución educativa y la calidad de lo que tiene. – y la calidad de lo que tiene – sí, porque puede tener computadores, pero desactualizados, sin el hardware o software de última generación. El acceso a la información confiable requiere de bases de datos, revistas electrónicas específicas, no multidisciplinarias para algunos programas de formación.
Si ofrecemos virtualidad, tendríamos que pensar si tenemos lo último en tecnología para llevar al estudiante un proceso de formación y práctica que lo vinculen con su aprendizaje, quizá con realidad aumentada, laboratorios y prácticas virtuales, incluyendo el uso de simuladores. Y al ofrecerlo, se debe tener claro que esto requiere conectividad de ambos lados del sistema, ¿qué se gana una institución con un gran ancho de banda, si el estudiante no puede acceder con la misma velocidad?, o bien, si este último, no tiene el computador con las especificaciones necesarias.
Si se ofrece un programa presencial, ¿será que los espacios y el acceso a laboratorios es suficiente?, brinda la posibilidad de que estudiantes inquietos académicamente, puedan continuar realizando sus investigaciones sin tener que salir del laboratorio porque inicia otra clase; se ofrecen espacios de descubrimiento o trabajo multidisciplinario con herramientas como impresoras 3D de última generación, scanner 3D, equipos y tecnología de uso libre.
Todo, todo lo anterior y otros recursos que usted puede sumar, con una dinámica de sustitución o actualización continua.
Ahora bien, suponemos que tenemos esos recursos: ¿Será que el profesor está en capacidad de gestionar la nueva tecnología? ¿de usarla e incorporarla a sus clases?
En cuanto a los participantes (estudiantes) ¿A quiénes estamos enseñando?
Un tema fundamental, no son todos los que están y no están todos los que son. Así se puede resumir lo que se evidencia en una institución de enseñanza – aprendizaje, llámese colegio, universidad, fundación o instituto. A quienes estamos enseñamos, nos lleva a pensar si tenemos estudiantes motivados o no. Algunos solo buscan títulos, pero no conocimientos; notas, pero no aprendizajes y otros están para dinamizar odios, como algunos de sus “profesores” les están senañando.
Desafortunadamente, no todos asisten con la pasión y las ganas que se requieren para aprender; parece que están obligados y en contra de sus gustos.
Aquí tendría muchos ejemplos de expresiones como: “estoy estudiando contaduría porque el puntaje no me dio, pero lo que realmente quería estudiar era medicina”, “estoy estudiando ingeniería porque mi papá es ingeniero”, “Me daba pena con mi hijo y decidí entrar a un programa fácil, sin matemáticas para graduarme de algo”, “como no tengo los recursos para estudiar lo que quiero o no lo ofertan las universidad en mi región, busqué algo para estudiar aquí” … ¿cuántos ejemplos puede tener usted, o será usted otro testimonio?. Otros que asisten con el entusiasmo, el ánimo suficiente y están en el programa académico de sus sueños, estudiando lo que quieren estudiar.
Es necesario entonces, caracterizar al estudiante para poder estructurar el sistema, no todos aprenden de la misma forma, pero las instituciones no tienen esas diferenciaciones, es una prenda de vestir con la misma talla para todos.
En disponibilidad: ¿Qué tiempo se dedica a un tema o asunto para aprenderlo?
“Yo no leo, todo lo escucho”, así me respondió una estudiante, que gracias a la tecnología ella hace que todo texto se pueda escuchar. Para mí eso que hace ella es también lectura, desde la perspectiva de que está adquiriendo una información que podrá convertir en conocimiento. (pero ese no es el tema aquí). Lo resalto porque evidencia una forma de dedicar tiempo para estudiar.
¿Será que el tiempo determinado por un programa académico de tres, cuatro o cinco años, organizado por semestres y esos semestres con unos tiempos para cada asignatura (créditos) es poco, mucho o apenas lo necesario para aprender?
El tiempo, que asunto, el proceso de aprender requiere de prácticas, visitas o laboratorios y el tiempo destinado a esos espacios debe ser amplio, flexible y suficiente. Lo mismo para las lecturas recomendadas, no todos leen a la misma velocidad, no todos logran procesar o decodificar lo que está escrito para aprenderlo y entenderlo.
De ahí que el futuro nos lleva a contar con aprendizajes personalizados, al ritmo de quien quiere aprender algo, no al ritmo de la institución, con sistemas que cuentan con inteligencia artificial y aprendizaje automático, para proveer contenidos, ejemplos, actividades y prácticas acorde a los niveles que el estudiante de forma individual baya evidenciando.
¿Nuestras instituciones están avanzando en ello? Acabar con los semestres o tiempos establecidos sería una transformación que ayudaría a los estudiantes a llevar un proceso acorde a sus necesidades, mejoraría los objetivos de aprendizaje. Así un estudiante, me refiero al que quiere aprender, estaría enfocado en ello, no en entregar o hacer una actividad para obtener notas vacías, sin acciones de mejoramiento, rectificación o reaprendizaje porque el tiempo del semestre no permite ese tipo de flexibilidad y acompañamiento.
Punto crítico del proceso (profesores): ¿Quiénes y cómo están enseñando?
Factor fundamental, de nada o poco sirve contar con todos los recursos, laboratorios, simuladores, bibliotecas, espacios, herramientas, tecnología, etc., si este personaje conocido como profesor o docente, no está acorde a con las necesidades, conocimientos y experiencia en un proceso, una actividad o asignatura, sino no conoce la tecnología y se apropia de ella.
Un profesor es una persona, debe ser un ejemplo (no hablo de perfección) en su comportamiento e imagen, en su forma de expresarse y de actuar. Ideal sería mostrarse neutro, que auto regule sus pasiones y no las lleve al estudiante, menos de un colegio, que no los marque con sus ideologías partidistas de un lado u otro, es fundamental si queremos una mejor sociedad.
Esta sociedad requiere de un profesor que tenga la capacidad de no compartir sus vicios con el estudiante, que entienda que puede llevar su vida privada como quiera, pero que debe controlar su vida pública. Así el estudiante en su proceso y contexto podrá ir tomando sus propias decisiones, creando argumentos de forma libre, no impulsada por un docente afectado por ideologías de diversos colores; este crítico y punto fundamental.
Veamos algunos tipos de ellos:
El profesor como profesional: El profesor multiuso: muchos de ellos son todo clase, lo que sea lo oriento, sino lo sé, lo aprendo.
El profesor politiquero: que busca alienar a sus estudiantes con sus ideologías de acuerdo con su criterio o pensamiento político. (Para la psicoanalista Piera Aulagnier, la alienación mental es un concepto que sólo es pensable para un observador externo, en tanto que el sujeto alienado en su pensamiento desconoce totalmente lo que le sucede. Esta “alteración” implica encuentro de dos individuos: uno con deseos de alienar y otro cuyos pensamientos son alienados o alienables, ambos con deseos de aniquilar al pensamiento que está presente en uno y otro.
El profesor licenciado: antepone a Piaget, Montessori y cuantos más pensadores conoce, en todo diálogo o discurso metacognitivo que existe (no sé qué es metacognitivo, pero lo usan mucho ese tipo de mediadores pedagogos y hace que el documento quede bonito), para dejar claro que su proceso metodológico de enseñanza está basado en teorías clásicas, fundamentales y que gracias a ellas un estudiante debe aprender de tal o cual forma.
El profesor tugurio: lleno de cartones “títulos” de cursos, diplomados, pregrados y posgrados, sin embargo y asombrosamente es malo en lo que hace, pero “escribe” dos o tres libros al año, lleva un blog y orienta conferencias (Conozco profesores así, no son fantasías animadas).
El profesor maestro: ese que enseña con su ejemplo, que se le da casi por naturaleza enseñar, porque no lo ve únicamente como un recurso económico, sino como parte de su propósito de vida. Muchos de ellos sin tantos reconocimientos académicos o públicos, son amados por sus estudiantes, son parte de ellos, aprenden y transforman vidas.
De esos deberíamos tener en toda clase de instituciones educativas, de los apasionados, que buscan o crean estrategias, métodos, procesos, sistemas, formas, recursos, ideas, en fin, de todo para lograr que un estudiante entienda, comprenda, analice, reflexione, asuma una actitud crítica y cree (de crear) e impacte positivamente su entorno local, regional, nacional o incluso internacional.
La pregunta dice: ¿Quiénes y cómo están enseñando? El cómo lo hacen tiene que ver sus habilidades, competencias, conocimientos e incluso el manejo del tiempo, todas ellas permiten plantear o replantear estrategias o métodos de enseñanza, y en especial de la evaluación, pensando en ella como un elemento formativo, de mejoramiento, no de una evaluación para obtener notas, ese asunto lo trataremos más adelante.
¿Cómo lo hacen? también corresponde a la necesidad o no de contar con recursos tecnológicos, de asistir o no a un salón de clase, de tener habilidades para realizar su actividad y acompañamiento de forma virtual, en espacios abiertos, tiene que ver con la capacidad de improvisar inteligentemente sin perder el enfoque en momentos que las circunstancias lo exijan.
En la retroalimentación: ¿Cómo estamos evaluando?
¿Qué será eso de evaluar? Si existen ideas al respecto es aquí, estrategias y todo lo que la realidad e imaginación puedan llevarnos a este gran momento. Algunos confunden evaluar con calificar, calificar lo puede hacer una máquina, si nos referimos a una suma de notas; evaluar es un proceso enriquecedor e intelectual, porque, aunque el resultado es una puntuación, la evaluación sirve para analizar y generar estrategias que permitan identificar en que falló el estudiante o incluso el docente.
Ahí es posible plantear mejoras para esos mismos procesos, temas o actividades, es decir, continuar trabajando con el estudiante para que supere con conocimiento y entendimiento las fallas presentadas; o analizar si las preguntas o actividades del cuestionario estaban confusas o generaban un error.
Este elemento de medir o evaluar es muy importante, incluso desde la autoevaluación, la coevaluación y la heteroevaluación. Si gestionamos bien la evaluación, la preparamos y detectamos que se quiere medir y cuál sería el punto de satisfacción del objetivo de verificación del aprendizaje, podríamos pensar en que se afectaría positivamente la formación académica en todos sus ámbitos, universitario, colegio y escuela, o desde el autoaprendizaje.
En contexto:
¿El Gobierno tiene la culpa de la mala formación académica?
No, no es el responsable de la situación actual. Desde esta reflexión sincera, creo que existen muchos ejemplos de maestros; que sin mayores apoyos, incluso estudios, han logrado hacer surgir, avanzar y animar a los niños en escuelas y colegios rurales. La calidad de la formación puede verse potencializada con recursos, pero el eje principal es el profesor, el docente, el maestro.
Un botón para la muestra: “Un profesor en Ghana enseña informática…sin computador” y lo complementan otros titulares: en una pizarra.
Que diferencia con otros profesores que exigen calidad, ellos jamás se atreverían a realizar una formación o labor así. Protestar es lo más sencillo, dirían a sus estudiantes que salga a protestar o gritar que no tienen con que estudiar porque no tienen los recursos. Son esos mismos docentes que cuando no hay un videobeam en su salón de clase o ese equipo se daña, terminan la clase, igual sucede si se va la energía y es de día.
Por eso creo que el foco de la calidad en la formación nace, debe ser y está unido a la calidad humana, profesional, de habilidades y competencias que tenga ese profesor. Y segundo o de forma paralela del estudiante, no el que pide, sino el que da, no el que exige, sino el que se compromete con su propia formación, el que no es un turista del sistema educativo, es un protagonista; está ahí para aprender, desaprender y transformarse, para aprender y aprehender lo que quiere; ha determinado su aprendizaje como uno de los caminos que lo llevará al crecimiento y bienestar personal, familiar y social, ser un excelente estudiante, un gran ser humano y profesional.
Después sí, podemos hablar de las políticas de los gobiernos sobre la educación, el apoyo y el presupuesto, sería un plus extraordinario si contamos antes con lo indicado en los párrafos anteriores, es decir, profesores con vocación y estudiantes comprometidos académicamente, y además de ello, contar con mayores y mejores recursos.
Usted le puede comprar la mejor batería a su hijo, pero si a él no le gusta ese instrumento, así tenga el mejor recurso, no logrará ser un excelente baterista.
En el principio:
¿Y la familia hace su labor de formación y educación?
“Hasta aquí llego yo”, expresión utilizada por algunos padres al ver ingresar sus hijos a la universidad. Aquí no puedo referenciar mucho más de lo que me consta, muchachos que se la pasan todo el día en la institución, pero no estudiando, consumiendo bebidas alcohólicas, marihuana u otras drogas psicoactivas; adictos también a sus celulares o móviles; pero no enfocados en su crecimiento personal y profesional.
Estudiantes que no son estudiantes, sino activistas disfrazados, listos para cumplir acciones de ordenes externas que generan caos y sus objetivos no son sociales, sino politiqueros, ideológicos. Pero sus padres no saben nada, los dejaron en la U, otros quizá si saben y son parte del problema.
Puede uno imaginar que llegan así, porque vienen de familias disfuncionales, de padres descuidados con el proceso de formación y educación de sus hijos. Hijos que tienen una gran cantidad de hermanos en contextos sociales muy bajos; abriendo espacio para que se dejen contaminar de sus profesores en primaria y secundaria, quienes aprovechan para sembrar su huella de frustración personal y familiar en los niños, con sus ideas de odio y resentimiento, afectándolos para toda la vida.
¿Qué quiere que haga si tengo que trabajar? Así es, es la respuesta a la pregunta ¿usted educa a sus hijos?; niños que por ese motivo están todo un día en una guardería o colegio, padres que no ven a sus hijos sino para acostarlos y levantarlos. En tiempo actual, madres en muchos casos solteras que deben dejar a sus hijos de meses, en salas de cuna; todo el día o parte de el.
¿Complicado el asunto? La familia es el fundamento, el principio de todo; usted y yo también pasamos por esa época y vivimos esa experiencia, buena, regular o mala, y ahora estamos donde estamos y ellos… ¿y ellos? De la misma familia unos organizados y otros no, unos que mejoraron su situación económica y otros no, uno policía y el otro criminal, uno un vago y el otro un científico.
Padres preocupados por enseñarnos y analizando las posibilidades de tener otro hermano; o también padres que no se controlan, embarazo tras embarazo, sin medir consecuencias y posibilidades de recursos para la crianza de todos esos hijos. Familias que creen que todo esto lo corrige la escuela, el colegio e incluso la universidad, y estas tres últimas, esperando que la familia cumpla con ese punto de educación como principio.
¿Por qué complican lo elemental? Ahora es momento de su reflexión y análisis.
“Lenguaje sencillo, pensamiento de sabio.” Aristóteles
Espero este escrito le sirva a alguien, que lo haga pensar, incluso analizar su actuar y su nivel de complicación desde lo personal hasta lo profesional, como profesor y estudiante. Es un escrito sencillo, pero sincero, que se escribió como fluyeron las reflexiones, quizá aún le falta mejorar la redacción, pero esperaría que las ideas planteadas lleguen, se conozcan y trasformen.
No dude en escribirme, me interesa mucho su aporte, experiencia y conocimiento.
Gracias.
JHDA